Saturday, June 19, 2021

EL COROLARIO DE LA DUDA - POEMARIO


1

Los pájaros vuelan a su suerte
y el sabor de la nuez no se ubicará en la cáscara,
a veces tan henchida, capciosa y rozagante.
El liendre es todo un proceso lógico.
Abuelo no es sinónimo de sabio
y el secreto inmarcesible no se afinca
en los pizarrones, en el enciclopedismo,
en los murmullos de pacotilla, en el magín.
Cada pelele de las noches sin luna ni linternas
ha delineado su decanato de heno refinado.
La energía no confecciona luz, sólo la gracia.
Hay flores algo duraderas que no son de plástico.
Las bienaventuranzas son la llave y la clave.
Toda peregrinación parte y desemboca adentro.
Todas las salas de espera se llenan de pus.

2

Esta época categóricamente es la del cerrojo, de la obturación.
Todo se precipita sin repatriaciones,
sin nuevas coránicas, esponjamientos u obrepciones.
El gran epílogo se olfatea, se lustra los botines.
Armen las maletas, ajústense los cinturones,
rubriquen su testamento con prismáticos,
salden las cuentas que queman y sus potalas.
Corran despavoridos en medio de la estampida,
cerdeen los codazos, taladren las menudencias.
Nadie sabe ni el día ni la hora, ni la pirexia.
Alcánzame si puedes, con tu autoayuda, mentor y libaciones.

3

El juzgado de mayor cuantía no se abre
y mi novicio y ventrudo y concomitante cadáver
se puso festivo y epigramático,
y enemigo fiero de toda profanía, como nunca antes.
Se ha dado tres mil vueltas vertiginosas
alrededor de la pequeña mesa de centro
bebiendo brandy con un frenesí turbador.
¿A qué le teme el que a nada le temía?

4

Arrepentirse, con un pie en el féretro
y con el otro en el teso de la jarana,
es la política mortuoria del ultrajador consumado,
del saduceo con lavanda, del latrocinador, del crapuloso,
del negrero creyente en el rey de reyes.
El esqueleto escoriado del camello no pasa por el ojo de una aguja.

5

Disfrutaré este instante de nocherniego,
esta gratificación efímera y encarnizada,
de los calzones de las peliforras de las covachuelas.
No poseo un pasado ni soy un predestinado
¿Quién me facilita un plan dorado y deportoso
o una receta expletiva o mistagógica?

6

Como no me había muerto nunca antes,
fallecer fue engorroso y algo traicionero.
Soy un bisoño paporretero en estas lides.
En esta morgue nadie me dirige la palabra
y desconozco los modos internos, los arcaísmos.
Antes dormía con el ombligo hacia abajo.
Me someterán a rituales civiles y sobrenaturales,
que son un hastío por antonomasia.
Sáquenme de este refrigerador hostigoso y crémenme,
borrándome de todo chip, memoria, repaso y revista de narraciones.
Requemen mis álbumes, camisolas, indicios y papelorios.
No volveré a este redondel, menos mal.
Nunca fui, mas soy.

7

El dolor explica el sentido de la vida,
mas el designio de la existencia no es el calvario.
El sufrimiento nos divorcia de lo que es perecible
y un ser desprovisto rendiría su alma a la luz
y el libre albedrío ingresa a una encrucijada inmortal.

8

No sé si arrancarme por la animadversión que recolecté flemáticamente
semana tras semana,
o si quedarme satisfecho con lo que ostento,
que si bien es exiguo, es más que lo de otros conurbanos.
¿Soy un malagradecido o un fracasado más?
Si pago los platos rotos, soy yo quien los rompe.
Me falta admitirlo y no victimizarme más.
Los que se pasean por mi calle suben de estatura.
Apesadumbrado, golpeo al céfiro con mi karate.
Los espantos ásperos, los fardeles con alambres y las concavidades propias,
me importunarán con sus púas, hasta el estanque de azufre.

9

Con su largo atardecer la vida vino y se fue.
¿Qué quería? ¿qué ambicionaba la mortinata?
¿qué microbús la paseó por el barrio
a esta hora, lotificando dones y molleras?
Apareció y expiró desprevenidamente
y mi dormitorio es una zahúrda, un entrevero.
¿Por qué fue tanta la prisa en la interacción?
¿hay compromisos devengados en el otro lado
o la sopa se enfría o son poca cosa sin mí
o me aguarda un refrigerio licantrópico?
El último cirio lo apagó un violoncelo
y el patetismo se suspende en el aire, sobre una predela.
El osario seglar está a dos cuadras,
¿alguno de ustedes me acompañaría,
oteando taciturno la punta de sus borceguíes
y con las manos en los bolsillos?
La vida vino y me saludó, y ya no está:
nunca estuvo en el tráfago.
Al seguirme, ¿qué conseguirías?

10

Soy un amigo solitario de mí mismo.
Como con nada me interpelo, me urjo.
La falta de comunicación es mi sombra.
Me veo y no sé qué aconsejarme.
Huyo como un bandolero, sin despegarme de mí.

11

Lo sustancial es la imagen, el grabado, el cariz.
No te tasarán por tus destrezas y logros.
Si simulas bien que eres, eso eres y más.
Si das la impresión de bailar bien, eres Godunov.
En las adventicias y vocingleras polémicas mediáticas
realmente no hay nada que disputar
y sí mucho que discurrir, que desinsectar.

12

Los perros vagabundos se paran en los refulgentes barrotes de mi palacio
y comparten piadosamente sus sobras conmigo.
Mi helicóptero personal no los embelesa y al justipreciarme languidecen.
El lujo es un estercolero empingorotado que encalabrina y engrilla,
y todos los angurrientos y marranallas lozanos son nocentes desde ya, convictos.

13

En una idea no hay seguridad, tampoco en la experiencia.
La sumisión del esclavo engrandece al amo,
lo hace sentirse especial, distinto.
Es benigno que el patrono aglutine poder.
Se lo agradecemos al más allá.
El látigo es la lamparilla, la espada, el seductor.

14

Todo es hastío, también el estío;
voy por el desvarío, a paso frío;
no soy de la camada, de la hada;
en la cancha, no me dan manga ancha;
en el lecho, camino estrecho;
en la fiesta, no me abren la puerta;
en el desvelo, me arroba el hielo;
del suelo, soy el heredero;
en el despojo, no me miran de reojo;
en mi desván, muchísimos perecerán.

15

El desencanto no se corrompe: es fiable, tenaz, monoaural.
No se doblega ni por mil zacutos de monedas de plata.
No se desenlaza ni abdica ni se desjunta,
dando vueltas largas en su monorraíl.
Es un tranvía con muchos vagones con felonías
y con un arcoíris de sinsabores,
que entonan trabalenguas con la boca cerrada.

16

Me transporto a otro yo,
uso la costilla notoria del escuálido,
intento masticar su dieta y nada logro
porque el otro yo soy yo mismo,
una osamenta barbián que todavía no se pone de pie
y que diserta con un desparpajo forjado
del existencialismo manufacturado
y de los otros maniquíes.

17

¿Qué es la iluminación sin un faro sobrenatural?
¿qué es de la liberación sin un libertador?
El deseo de suprimir mis deseos es sólo un deseo.
La muerte es la estación estratégica en el tren de la eternidad.
La tumba es la sentencia ejecutoriada,
la recogida irreversible, la romanza del adiós.
La defunción no es un paria o un disidente.

18

El mísero hombre nada domina
y cuando es el centro todo es un desastre.
Si ya estamos aquí, ¿quién nos trajo?
Somos seres concretos combatiendo la ansiedad,
intentando definir que es la esencia, lo relevante,
aquello que es invisible y divino en el ser.
No todo es desaciertos.

19

Sería lo que ven en mí.
No hay dos versiones idénticas.
Cada uno conjetura elaborando un perfil.
Intento no desilusionarlos con el rol.
En el ocio de la noche soy un melancólico.
La emocionalidad se maquilla.
Quise extinguirme cinco veces y nadie lo apreció.
Lo que soy no da garantías.

20

Me miro de frente, de costado y de espalda
con un zoom, y sigo feo. Me asusto.
Fragancias, lociones, ropa nueva y balamidos.
Parezco esperpento. Me asusto más.
Seguirán dispersándose las balas y la coprología
que se fatigan por acribillar el Sinaí.
Espejito, espejito, ¿por qué soy un adefesio?
¿Cuánta relevancia hay en ese apetito?
Sauna, pedicuro, un cirujano y un modisto.
No reformo mi facha, ni mi frontis, ni mi canto ni mi tejado.
El totalitarismo de la razón se levanta inútilmente
una y mil veces en contra la desazón agujereante.
El espejo estampa mis sobras,
recrudecidas por las zancadas aciagas y luctuosas del ser.
Un piquete y un paramédico vigilan desde la puerta
mi crisis terminal céntrica y mi magrez multípara.
Nadie apetece otro sepelio preconcebido
sin la resurrección como certeza.
Cuando el deseo es el amo,
la debacle es el tirano pertinaz e inmanejable.
¿Cuánta bestialidad hay en el capricho?

21

En cada persona hay un solo cerebro,
un alma, una piel, un designio, una madre y un óbito.
No es posible una reencarnación.
A cada alma se le asigna un cuerpo,
un carné, un juicio final y un libre albedrío.
La reencarnación es fachosa, también la clonación del alma.
Tú eres una historia.

22

En la otra vida fui un piojo y continúo siéndolo, por creerlo.
Transmigraremos al tribunal del Creador una vez descarnados,
con la conciencia en una bandeja hialina.
El tarot no lo negará, el lamaísmo se abochornará también.
Siendo un ratón o una cobra no limpiarás tu iniquidad:
Dios no estará de humor. Timas al prójimo y a ti.
En la última pasada fui un piojo y seguiré siéndolo, por mientras lo crea,
caucionándose la reencarnación del cretinismo.

23

En este gigante valle el único habitante soy yo.
¿Quién poblará los otros cañones y colladías?
¿relamerán otros las constelaciones como yo?
¿Cómo son por dentro esos otros?
¿cuál es la principalía en ellos?
¿cuál es el emoliente en una recidiva?
¿Mi cuita rompe el molde?

24

No lo sé, no me pondré al corriente.
Frente a la Palabra aspiro a ser un iletrado.
Táctica ruin para una sobrevivencia fatal.
Huyo en un supersónico de la nueva alianza
y soy un mentecato ante las nalgadas de Dios.
En la inhalación del ocaso y de la rabotada,
la ignorancia intencional me socorrerá con un chancero salvavidas de plomo.
No es procedente atender el bullicio del reino divino,
no me conviene, mis pingajos me macerarían.
Me empeño en ser un lelo inflexible y en un tratadista.
Soy inocente porque soy un bruto bruñido en materias de fe, pureza y samantas. Estaría excusado, con una defensa final pulcra.
Dios, conscientemente no te busco,
entonces, por no hallarte y desinformarme adecuadamente, estaría absuelto
y la cárcel eviterna y almagrada en ningún caso sería mi barraca postrera.
¿Es válido enviciarse con la ignorancia simpaticona
con la intención de torear los electrochoques,
condimentos y cananas del mismo infierno?
¿Es factible timar a Dios?

25

Profitando de la decepción,
los autogoles se encaraman unos sobre otros
intentando ser el pilar central
con un sombrero de copa y calcetines de seda.
La necedad se fotocopia por resmas mnemónicas
y el cantimpla destapado las enmarca una y otra y otra vez.

26

Lo vomito todo y siempre queda algo, una pepita,
ese resabio imposible de exterminar
porque es una cascada sin fin, desalmada.
No cruzo a la otra vereda.
Estoy engomado y avasallado.
La arcada es mi pasadizo de ida y vuelta,
la basca es el ritmo de mi corazón.
En el siguiente vahído se intensificará el encolado
y los helmintos desahuciados implorarán por mí.

27

Soñé que me moría
y que principiaba mi pesadilla.
En mi sueño no soñaba, vivía,
porque no era un sueño
ni moría.
Sólo pervivía mi pesadilla,
de día tras día.

Soñé que vivía,
y que principiaba mi nueva vida.
En mi sueño no soñaba, vivía,
porque no era un sueño
ni moría.
Sólo pervivía mi regocijo,
de día tras día.

28

Todo lo desgreña, lo esquilma o lo añeja,
corriendo las veinticuatro horas del día,
con la misma polera y sin mocasines.
Te interpelará y te golpeará con sensiblería.
¿Qué confeccionaste con ella, te inquirirá el míster?
El tiempo es una pelota que rueda y rueda, incesantemente,
rebasando todo velorio.

29

Mírame con regocijo o agonizaré.
Me desvelo por mis proyectos, por mi devenir.
Cuando me escuchas con atención
soy un hombre exitoso, un faraute.
Seguidamente me caigo al cenote.
Yo soy un profesional muy señalado,
porque soy yo, porque se trata de mí.
Si me voy de aquí sentirán el mazazo.
El máximo es lo normal en mí, el destino me reverencia.
Cuando no soy aquello intento aparentar lo pertinente, con glamour,
y cuando puedo manipular a alguien lo hago en un santiamén.
El fondo de la hoya es mi chalé.
Admírame un poco, por favor.

30

El experto nos indica lo que nos duele, con tal autosugestión,
que ahora sí que nos duele.
Este arrechucho no figuraba en mis fascículos.
La comunidad embuchará el mirífico tónico del especialista,
hasta que arribe otro más alumbrado y pitoflero.
La colerina continúa robusta ahí con el mismo clisé y otros agnomentos.
Los compases de la falsía son regulares.
Supuestamente metido en nuestras sandalias,
el experto nos advierte con el pecho abultado lo que nos lastima,
con un pizzicato.

31

Dientes y dedos sucios por ambos lados, un aliento que demuele a los tozudos.
Primera o segunda causa de las expiraciones, condición física venida a menos.
La salud es breve, el bolsillo se empequeñece.
Se muere por fumar.
El que inhala es un candidato en seco al sarcófago lento y tedioso.
Se moría por fumar.
Cuatro cigarros finos escoltaron su ataúd.
Su último antojo fue cumplido a plenitud,
con un coro polifónico y un cenicero de sacristán.
Se murió por fumar.

32

Desde el exilio se avista la portezuela
que nadie transpondría en su sano juicio.
La racionalidad no coopera y bermejea
y es el desasosiego el que descalandraja el bloqueo,
el entrepaño, el berrueco, examinando de la nuca al talón
las andanzas y adagios.

33

Me es infrugífero ejercitarme con abdominales para el inminente zipizape
porque los rivales son cada vez más morrocotudos.
El himno descollado reside al otro lado de la inmensidad y de los porrazos.
El superávit no se estancó en mi finca y siempre se me adelanta un metomentodo.
Me apuñalean, innovando, y creería que soy un obtuso egregio, un saudoso.

34

Descendía por la escalera mecánica del mall y repentinamente me avejenté.
Los trienios que embaulé se posan sobre mis omoplatos y mi ideario,
y con los otros que ya me amohinaban,
me conminan a sanear mi modus vivendi.
Aterido a tres metros debajo del pasto me enrostran el llamamiento que obvié.
Donde moro todo lo sé, al fin,
y la política exterior de este distrito y los alegatos
no son numularios ni un encante.

35

Nunca apetecí estacionarme en este lecho tan prieto y tabicado,
ni siquiera por morbosidad virtual.
Todo fue impensado y fulminante, mal improvisado, mal distribuido.
El destino me acarreó a esta fosa a la mala.
Me até al último pasamano en vano. Por mi mocedad este ítem lo veté.
En el desayuno era un volatinero y obsérvenme,
tieso como un poste enyesado y encarroñándome.
Sé lo que es la impotencia y la corajina.
Choqué tonta y fatalmente. No fue un accidente, fue una autodestrucción.
Yo y sólo yo conducía mi vida.
El prominente responso no fue un escorrozo.

36

¿Los diablos vienen a mí?
¿o ya se alojan con aspavientos?
¿o soy un demonio y no me he notificado?
¿o soy el retrato de las cuencas de mi ser
y divago otra vez en medio de la niebla dacá?

37

¿Retoños de una creación divina o de una borrachera?
¿semejantes a que sospechamos que somos?
¿Por qué el dulce del edén duró tan poco?
¿aterrizamos en el huerto como inquilinos marcados?
¿es reparable un trapo inmundo con canas?
¿cuál es la maniobrabilidad de la manada pequeña?
¿por qué la gloria en el cielo y de aquí es de pocos?
¿por qué la bestia se moviliza en un F-18?
¿por qué las tentaciones endilgan todos los buques?
¿quién apretó mal el botón primero?

38

La santidad es la basura redimida,
el libre albedrío es una perrera,
la decencia es un portento
y la gracia es el salvavidas vilipendiado
con disfemismos e infundios.

39

I

Adán, ¿eres el culpable o el chivo expiatorio de este drama cósmico? ¿billones con el pecado adánico sobre sí, sólo por tu desobediencia y socapa? ¿Qué se oculta detrás de bambalinas? ¿Fuiste el instrumento de la perfidia inevitable o tu mancha fue el libre albedrío? ¿Por qué el guionista no fue reprendido? ¿Qué y quién le pavimentó el camino a la serpiente? ¿El huerto del edén sólo fue una buena intención temporal, estratégica, preponderante y dilacerante? ¿Por qué el fruto prohibido estuvo ahí, tan cerca, tan central, tan jugoso? ¿Qué ayuda idónea fue Eva con la manzana mordisqueada en la mano? ¿El jardín fue una casa o un hotel? ¿La curiosidad femenina engendró la hecatombe? ¿Estaban ambos preparados adecuadamente para resistir tanta presión, una gran tentación? ¿El huerto con el árbol prohibido en el medio y con el libre albedrío en acción y con la serpiente merodeando y mortificando era ese paraíso tan comentado y venerable? En estas condiciones, ¿quién sale bien parado? ¿El triunfo de Satanás era patente e ineludible? ¿Por qué la manada de Jesús es diminuta? Y el preparado hospital ambulante recibió a los heridos y enfermos.

II

Dios, ¿en una actitud paradójica creó todas las condiciones para que Adán pecara? El diablo y Eva participaron del complot. Dios, que tenía todo fríamente calculado se aburrió de la santidad de Adán y permitió una trampa tan perfecta que el primer hombre simplemente no la resistió, porque no supo escoger el sendero correcto bajo apremio, en esa gran confabulación sobrenatural en marcha. Adán, usando su libre albedrío traspuso la pasarela que lo condujo a unas tinieblas que no conocía y el Creador sería uno de los culpables indirectos. El libre albedrío es la evidencia tangible de la naturaleza humana que se estropeó en el huerto y del desastre actual. Todos podemos regresar.

40

El miedo es mi hipodermis, mi blandón, mi ergástulo, mi gobernalle, circunvalándome.
Azorado estoy con: el nuevo período presidencial; esa carestía de cuerpo tan presente; las socarronerías de los elfos letrados; el craneo del ocio de avanzada; el geriatra augur; las reformas estructurales que nunca llegan; el desdén de las sanguijuelas arranchadas en mí; los radiogramas de la opacidad advocada con sus sartas de aedos y con mi encastillamiento abizcochado.
El viernes me atemorizaré un poco más abestiándome con el billar y el copeo,
y así no me enteraré en cinemascope que soy un motolito saledizo y pluralizado.

41

Esta existencia es inadmisible:
nada encaja con nada;
todo desvelo trascendente es prescindible;
la desazón es la consigna del crepúsculo;
partirse la cabeza desentrañando es una majadería;
el más allá mueve las piezas a su antojo.
El optimismo árido ve algo de lógica
en el tránsito del hombre por esta parodia
y como guinda de la torta,
mi fin es incierto.

42

¿Cuál es la apariencia del Absoluto?
Sea quien sea, estamos coaccionados a ser siervos de Su voluntad o sufrir,
y entonces la libertad sería un mito,
porque si elegimos lo que el Absoluto no anhela,
nos condenamos irremediablemente, con desreputación.
¿Todo es un chantaje divino sin salida?
¿Está predestinado un hombre que puede escoger?
Dentro de esta pía extorsión poseemos libre albedrío.
El salvado libremente, es un reo del paraíso;
el descarriado libremente, es un reo de la fogata.
Dios nos intimida con todo su celo santo:
“si no te arrepientes, perecerás”.
¿Cuán edénico es ser un galeote del Absoluto?
Ya sabemos que no serlo es calamitoso.
Ese Absoluto tan inmenso y aplastante no sería un ser tan distante de nosotros, porque también soy esa partícula que es un elemento más del todo, del Absoluto. Entonces regresaríamos a Él, a casa ¿Cuál es la escalinata al nido, al esplendor? No somos fantoches cósmicos y si hay libre albedrío optaremos por uno de los dos caminos posibles plantados en el categórico huerto del edén. El indiferente sigue la huella de la infausta naturaleza caída. Es Dios quien llama, es la luz la que alumbra.

43

Consciente estoy que aquí estoy, de que soy, y de que el camino recto es uno,
sin homologías ni parangones ni descargos.
La dermis, la percepción, el criterio, la moralidad, la sed de luz,
la expectación y el olfato, forman fragmentos constitutivos del ser.
Suplicando vigorosamente por más yerros,
las toxinas de mis bajas pasiones aclaman a mis carnalidades
a estadio lleno, descolmillándome.
La trascendencia es un diamante en bruto y el mal se identifica con varios floreos,
pasavantes, caretas, deganos y marcas afamadas.

44

Intento desvincularme de mi alma saturada,
que es el timón dadivado, mi azotina.
Ambiciono relegarla en la francachela.
El cuero no la arrullará y su sino son las calles de oro,
no la discoteca, las cartas, la gazmoñería o la autoayuda.
Adherida a la tierra es un quiltro con eccemas.
Alma mía con disfagia, ¿quién no eres?

45

Es el peso de la existencia en sí.
Cada alborada es un round con un ojo en tinta,
cada jornada una pesadilla.
Mi fe en el Todopoderoso es irrisoria,
mi currículo de devoto es una vergüenza.
El peso propio de la presencia en sí nos abate.
Una mediocridad estable sería la beata esperanza.

46

En mi casa y en mí no soy el amo.
Vivo solo y la soledad es el dueño, y no vivo.
Relincho por mis ataduras porque habría nacido libre.
Me parieron con el halo de los lascivos,
de los tercos, de los fumadores, de los raposos,
y se erige una galería con mis lepras y patinazos.
La agonía es el capitán del navío.

47

Con el conjunto de los sentidos atrapo el reino de Dios, por la fe,
sin las ironías y dudas infundadas de esa razón que actúa
como si fuera un califato independiente, soberano y dispensado.
Antes y después de creer, pienso.
El razonamiento hondo edifica la fe consistente,
y la experiencia espiritual es su sustancia.
Dios no posará para una probeta.

48

Soy uno más,
uno más que no observa el cielo pío,
un seso que piensa lo ya cavilado,
un ser anónimo de excelencia,
todo un insignificante personajillo.
La pobreza de mi ser desbarató el sendero.
Nadie desea imitarme, ser igual a mí.
Los galardones nunca han visto mis ojos.
Si es que vine, ¿quién se enteró?

49

¿Cómo llorarlo? ¿cómo llorarle?
¿cómo decírselo? ¿cómo decírmelo?
¿cómo gritarle? ¿cómo gritármelo?
¿cómo localizar la traba, el óbice, el veto?
¿cómo cruzar tan amplio y tumultuoso río?
¿cómo procurar el auxilio preciso y hercúleo?
¿cómo se avanza hacia adelante notoriamente?
¿cómo quemo las espinas, sin un incendio?
¿cómo lo agarro del cuello sin fallar?
¿cómo identifico mis ingentes burradas?
¿cómo ahogo la animosidad sin pesiar?
¿cómo prendo la vía a la isla de la fortuna?

50

Dios, no me azotes más, con ese cariño tuyo. Déjame en paz, sin condenarme. Dame un arma que me permita prosperar por las mías y piérdete de mi vista, sin furores, y terminaré luego la densa labor que me encomendaste. Si ligado a Ti no sucede nada, por lo menos autorízame a marcharme tranquilo, sin acumular más resentimientos y bochornos. Después de tantos años no me digas irónicamente: “ahora sí te prosperaré”, burlándote píamente del que te creía en todo. Dios, no me vengas a recoger otra vez, para remitirme al santo basurero, otra vez, como una prueba más al justo o medida disciplinaria, otra vez, una y otra y otra y otra vez, cien veces. Si no pudiste o no quisiste en veinte años extirpar en mí la traba que impedía la bendición, por algo será, mas no tomaré conocimiento de tus autoimpuestas limitaciones y dañinos devaneos. Me iré a casa con la salvación adentro tratando de no descarriarme, de no insultarte más. Sé que soy yo el equivocado, mas no te creo. Si fuera por mérito, ya estaría liquidado. Dios, discúlpame por no tener la paciencia eterna de los incautos leales que te lo celebran todo. No negaré jamás la Encarnación ni la Resurrección, mas habito en el fangal de esa fastuosa mediocridad y pienso que ya no me sirves para mucho más ¿Cómo suspendo la militancia sin perecer? Dios, eres un gigante bueno, mas yo no lo noto. Dios, aléjate un poco de mí sin palizas ni rencores. Ya no me interesa ser un siervo de Jesús así y lo producido ya sería dignamente suficiente. Ayúdame a progresar hasta donde puedas y apártate de este ratón herido, de laboratorio. Sé que soy yo el hereje, mas renuncio, respetuosamente. Sólo Tú puedes soltarme de tal manera que ya no me sienta un chucho sarnoso. Terminemos con esta obra teatral, sin más arañazos. Luchar contigo es una tragicomedia, además, siempre ganas todas las peleas, aunque te demores ¿Qué siquiatra comprenderá tu raro comportamiento? ¿Quién advierte tu infalible conducta?

51

Embelesarse con los placeres es comprar dolor a crédito.
Eludir los bultos esenciales es pedirle una hora a la angustia compacta.
Postergar al Redentor con astucia es sentarse en un cajón de vidrios.
Creerse autosuficiente al despertar,
es avanzar hacia el cenagal de la impotencia.

52

Morirse es un boom, un notición, bañarse acá todavía no lo sé.
Al juicio final me desplazo tan lento,
que de seguro no llego atrasado.
Si bien mi funeral presentaba buenos augurios,
no veo ningún gaudeamus.
Yo creía en Dios todos los días.
Nunca fui un divergente de las luces del diablo, nunca.

53

Me apego a los sentidos, me enemisto con el Creador.
Me adhiero al tormento, abrazo la precariedad.
Una debilidad, una sola tentación,
es el embrión del desbarajuste entero,
de la debacle.

54

No hago lo que quiero forjar, concibo lo que no me gusta.
Hago lo que puedo y no conseguiría alterar nada más.
Quiero poder hacer más.
Puedo engendrar más si quiero, si lo pretendo,
aferrándome a mi sueño como si fuera ya la realidad.
Cuando tengo lo que quiero a veces ya no quiero tenerlo.
No importa lo que suceda, siempre falta algo, ese algo.

55

Te creo y no te creo,
no te creo nada.
Tú no crees en nada
y no te creo,
y tú tampoco no te crees.
Tú crees que no crees,
eso es lo que tú ardorosamente crees.
Y esto que tú crees,
es una tenaz y roqueña creencia.
Eres un gran creyente.

56

¿Sobre qué meditaba el ser humano media hora antes de caer?
¿qué degustaba antes de descomponerse?
¿cómo se desembaraza de la siega materialista?
¿qué le da al espíritu esta modernidad?
¿cuál es el poder destructor de lo profano?
¿cuál es la histórica plusvalía del relativismo?
¿por qué el progreso no incluye la paz interna?
¿por qué todo salió engarabitado y amargo?
¿qué es lo penoso de la moral objetiva?
¿cuál es la vía a la armonía traspasada?

57

De los que fallecieron, ninguno pretende regresar.
Me lo comunicaron el lunes. Es que recular es inadmisible.
Un año muerto es un ciclo irreversible.
Usar la insignia del liceo otra vez es una fábula.
El ayer es añoranza, un caso cerrado,
un espectro vívido que te transporta
con retratos y voces a episodios ya editados.
El año nuevo es una sustancia
que desmenuzarás sin agnosia alguna.
No llores más.

58

Pienso y sólo pienso: intentaré avanzar algo esta vez.
De una pregunta germinan cien vacilaciones más
y en todas las direcciones: me piso la cola con mis dos talones.
Me doy vueltas en lo mismo.
Más allá nada hay, estoy casi seguro.
Sólo pienso, sólo razono: no hay nada más.
¿Para qué más? ¿qué más?¿Más?

59

La chifladura nos recuerda vívidamente
lo tedioso que es la tanta normalidad.
El amor y la fe son santas manías.
La racionalidad pura no ocasiona dicha.
Acercarse a la locura es danzar en el aire osadamente.
La razón sólo explica lo patente.

60

Mis temores ya no son los mismos,
han evolucionado considerablemente.
El último fue asesinado por uno más inmenso y reconcentrado.
A veces tres o cuatro aprensiones se fusionan
y forman un equipo multidisciplinario.
Algunos son de vanguardia y me dejan un mes sin dormir.
Otros sustos son de bajo perfil.
Cuando mis miedos y frustraciones son citados a un concilio ecuménico,
entro en pánico.
El resentimiento transformará al mundo.

61

El vacío existencial, el vacío vital.
El Creador cada vez reside más lejos.
Con la distancia la agitación aumenta.
La ciencia no delineará al Gran Arquitecto.
Me hago a mí mismo, me endioso.
La música relax y las terapias no me despegan del suelo.
El ateísmo práctico es un paradigma con lepra.
Dios existe y actúa como si existiese.

62

La voluntad es un miembro del alma, que comanda el ser.
Fue diseñada con el propósito de trascender.
La voluntad erige tu eternidad
desde un presente que eligió que autopista seguir.

63

La invención te alaba ridículamente,
te invita a creer burradas, te endulza.
La verdad es un fierrazo en la cabeza sin consideración alguna.
Más horas te enganches a la falsedad más te dolerá la mollera.
La mentira tarde o temprano resplandece sola.

64 (paráfrasis)

La duda es una prueba del pensar.
Dudar es pensar, pensar es existir.
Dudar es empezar a existir.
Terminada la duda nace una certeza,
un nuevo existir, un nuevo ser.
El cavilar se subordina al nuevo ser que germina,
la duda al nuevo rumiar.

65

Sufro porque ambiciono, por lo que apetezco.
Deseo por apegarme a lo terrenal, y no me elevo.
Sin meditación y plegarias no hay iluminación.
Ansiar es llorar, nacemos llorando.
El círculo vicioso se corta con una vela en el alma.
El sufrimiento te lleva a la muerte de ti mismo,
a la negación de ti mismo,
al desprendimiento, al sometimiento.
Padezco porque no creo, porque no veo.
La luz abofetea una ventana sin cortinas.
El hambre de Dios nace del querer.

66

La plenitud no la genera la corriente,
la razón carece de cartuchos.
El recapacitar es una rimbombancia de la profundidad de tu alma,
un reflejo leal de tu interior.
La felicidad es un vástago de la transformación.

67

El tarado camina erecto, otros sufren por él.
Realiza propuestas con arrebato,
se extiende en sus conclusiones.
Si no lo oyes se enfada.
No dejes en el tintero la filantropía.

68

Las inclinaciones no se exhiben.
Disimular es subsistir.
La envidia escribe su obra tras bambalinas.
Una buena careta te llevaría a la cima.
Una efigie nada dice.

69

Algunos se arrodillan delante del escepticismo
con convicciones y esperanzas,
con un credo racional,
con el pecho hinchado,
como sentados en un trono.
La incredulidad es una áurea.

70

Tomo una decisión y mi futuro lejano se modifica.
Algunos silencios también alteran el periplo.
Mi impronta resonará.
Esta piltrafa con chapines se erigió por zancas.
Apresurarse es un error.

71

Si la pregunta es escabrosa procedo a la fuga.
Extiendo mi sonrisa hasta la esquina,
elaboro una mirada punzante,
respondo con una chuscada o una metáfora improvisada.
Perduraré.

72

Un dragón se para en mi tragaluz y me observa con desdén.
No admite mi voltereta, mi postura reflexiva.
De vez en cuando se fondea en la frondosidad.
No sobrelleva mi pirueta.

73

Cada vez que el hombre se realza a sí mismo
desciende un peldaño.
Si no subo más es porque toqué fondo.
En el hoyo sólo es factible remontar.
Clamaré.

74

La meta está detrás de la montaña,
el primer paso no lo da el hombre.
Los recelos hacen una ronda,
la inquietud no suelta la bandurria,
las interrogantes cuajadas hacen una fila de tres cuadras.
La fe moverá la montaña,
el segundo paso lo da el alma.

75

Superado el temor al ridículo
pernocto cómodo debajo de la cama sobre una alfombra.
Hay silencio y afecto.
Las pisadas desfilan y los bototos me sondean
a través de una lámina.

76

Estoy llamando al dolor.
Su inevitable visita es con camas y petacas y su alfanje.
Viene a tranco lerdo y con una bocina chillona.
Los testarudos de linaje son sus primeros usufructuarios.
Insisto en su presencia sádicamente,
como si se tratara de un aumento en el sueldo base.
Le invoco con vigor y le ordeno que se venga galopando
con su mente puesta en el podio y en la hipotenusa.

Llamo al dolor y se acerca despacio, marcha atrás,
murmurando toda la literatura del medievo.
Por favor, no lo empujen ni lo incentiven.
La vía Apia la recorre con el tacto de sus nudillos.
No hay ninguna prisa por padecer en este momento.
Dilataré todo hasta ver al Omnipresente
emberrenchinarse conmigo y aleccionarme.
Algunos reflexionan con un surtido de latigazos al hueso.

Desde el fondo, estoy llamando al dolor.
Ese apetito masoquista y lomienhiesto
de implorar por variadas porciones de tormentos belísonos,
y ese empeño de no gambetear
el trepidante chaparrón de hiel y de zurriagazos colegisladores.
El pretérito me atosiga con un garrote.
Mi currículum vitae y la placa de mis escrúpulos
le transcriben polémicas conferencias a mi sesera.
Alargo el jolgorio y teorizo con mi neoplasia
y la papilla de insomnios demanda cambios radicales.
Mi perforada alma lo intentaría de vez en cuando,
posterior a una tronadura, mas mi carne no lo acoge
ni como un bromazo festivalero némine discrepante.
Se conjetura que recapacitaría con las alforzas poporoilas
que me magnifican con una orquesta costarriqueña.

Estoy llamando al dolor.
Sin representación diplomática, anuncia viaje oficial
afincándose en el foco de mi ser, cargándolo,
como exigiendo una paliza efectiva del mismo cosmos.
Con memoria de elefante nada es olvidado
y presumo de crecer cuesta abajo en la rodada.
Una vez al año, la soledad es risueña, mas es soledad;
en las otras oportunidades es lacerante, por ser soledad.

Sin electoralismos, sigo clamando por dolor.
Soy el imán de esas turbulencias obvias anunciadas
con sirenas de guerra y endoteliomas aprehensores.
El dolor y yo nos rastreamos con tal intensidad
que convenimos en una cita dentro de este cuatrienio,
invitando al destino con su índice de bastonazos en el vientre,
en la coronta verde de Adán.
El inmenso vacío de mi espíritu no es abstracto.
El dolor y mi pecado hoy son la misma persona,
distintas de mí, muy dentro de mí.

Sigo y sigo clamando por dolor.
Éste se traslada a paso seguro y en línea recta hacia mí,
sin haraganerías ni pestañeos,
en cámara lenta y con los dientes afilados.
Se me advirtió y me reí con los cascabeleros,
Lucifer también se rió y con una jaba de vino de garnacha.
La cosecha no solicitada se me ancló.
El dolor es la calzada no fantaseada
para apernarse en el solar de la Trinidad
y a ese contentamiento sempiterno que preludiaría.

77

Se tropezó y se cayó feísima
y no se concebirá la polea que la levante.
Al edén se entra creso e hilarante,
de a uno y sin empujones,
atildado y haciendo cabriolas,
y con una gota de la sangre preciosa sobre sí.
La ola de secularismo que se nos instaló
ya es un tsunami airado y glotón.
La oscuridad es lineal
y sus procapellanes son serafines consumidos,
almizclados.

78

Si nada hay luego de las exequias los pecadores no se preocuparían de fallecer y extinguirse. Se afligen con ardimiento y no lo publican, debajo de la almohada espoleadora, del gangrenado abúlico y depopulador. El rascarse el cráneo con monólogos lanosos y con las zarandeadas dentro de la consciencia, generan los alaridos de un alma infinita y topeteada, que avisa su ahogo incoercible con silbatinas puntiagudas y socollones ¿Piensas que no eres eterno, que la urna lo mata todo y que la arenización de los tendones es el gran y estruendoso desenlace de esta obra? ¿Qué manía o conjetura te compele a certificar que la simple defunción lo asesinaría todo?

79

Alma desguabilada, ¿cómo te he tratado?
¿el desgrasante es una tahurería?
Caminas cariacontecida y descorazonada
empantanándote en la dubitación mantecosa,
no traspasando la tablazón y ese arrumazón azabache
que bloquea el manar del albor.
Alma, ¿por qué esa cara de gato atropellado?
¿en dónde te acorazarás el fin de semana?
¿Qué otro desvío te reclutará el viernes?

80

En el más hondo y atinado silencio y apreciándome fijamente,
desde afuera, señalo mi deshidratada vida con tersura
y que esta no cesará con mis cenizas espolvoreadas
en la rada de los marchitos.
Mi cuerpo yacerá, mas no estoy subyugado
a este blandengue y fugaz ropaje.
Con el escepticismo práctico como liturgia
obtendré las fogaradas como epílogo,
la nada como feto, la congoja como interludio
y el raciocinio como una ciencia divina recalcitrante.
¿Continuarán briosas mi canosa inmodestia
y mis vilipendios recetados?

81

Huí del mundo y regresé a él en un tren bala.
Me exilié y pocos se enteraron.
De tanto gritar la palabra libertad me atoré con mi propio aire.
El pintoresco y despeinado personaje que asenté
no dio resultados, y volví,
y hasta mi rebelde motocicleta
me lo agradece.

82

El sentimiento limpio lacta el inferir y el creer, ¿qué sientes cuando no crees? ¿Cuán costoso te es subyugarte? Sin aprensiones luminosas la fe no se agiganta. No te ligues a la oscilación, postrado. La soledad gime por certezas roqueñas y sempiternas, que es lo único que apalea el tormento prominente. La razón viaja en círculos sin ningún sepelio, elucubrando, sin lamer el prolegómeno de la complacencia. El redoble de tambores indaga en la voluntad. Las dos almunias continúan operativas. No seas un zaguanete del pirronismo.

83

El sol se presenta ante todos,
algunos se parapetan en sus inclinaciones subterráneas.
Ver un poco de fosforescencia es sencillo,
al arte consiste en abrir con ímpetu la manija de las expectativas,
creciendo con el respaldo del astro rey, que te invita.

84

Callarse por dentro con fe:
es arder desde la irradiación,
es ponerle un juicio al corazón,
es ver desfilar ideas con bombos,
es elevarse del suelo,
es desenvainar el alma.

85

El redimido no se inquieta con el ángel de la muerte.
La partida es una reseña lujosa,
el ataúd es un asiento en el avión.
El querube es un coadjutor,
el deceso es un pasadero de oro destellante.



ANTOLOGÍA DE POEMARIOS
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De la antología “Las sotanas de Satán”
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JAIME FARIÑA MORALES
ARICA-CHILE
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